lunes, 15 de mayo de 2017

Un centímetro

Había hecho maletas mil veces. Había recorrido cientos de miles de kilómetros en sucesivos coches. Conocía centenares de hoteles. Le gustaba tener un trabajo que implicara ir por todo el país y por los limítrofes. Relacionarse con gente de tantos lugares distintos. Escuchar su idioma hablado con tantos acentos diferentes. El relato de su vida era la crónica de sus viajes. Y cuando pensaba en ello, se sentía feliz.

Estaba oyendo a su madre andar arriba y abajo, nerviosa. La oía hablar por teléfono y en su tono de voz notaba su preocupación. Pero no sabía bien si podría hacer algo para tranquilizarla.

Esta vez no era cuestión de kilómetros. Un centímetro sería suficiente. Si es que era capaz. Pensó en ello largamente, concentrándose. No le faltaba decisión, le faltaba llevarlo a la práctica. Sabía que era importante; más aún, que era esencial. Lo hizo mentalmente. En su imaginación no costaba ningún esfuerzo. Pero la realidad era muy distinta.

Se dio ánimos, se convenció de que iba a hacerlo. Solo era un centímetro. No podía ser tan difícil.

- ¡Ha abierto los ojos!

Su madre se lanzó hacia la cama. La enfermera se acercó a mirar y avisó al médico.

Lo siguiente sería más difícil que mover los párpados. Pero ahora sabía que sería capaz.


Esta entrada participa en la iniciativa de #relatosDistancia de @divagacionistas

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